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Este mes...

Urutú

Urutú camina con el español atravesando la espesura por la senda secreta. La ambición es una fiebre que lo posee. Quiere que su nombre silencie a los ancianos y someta a sus guerreros. Puede ver el humo de los fogones de Yaguarí trepando la selva, su tiempo está por comenzar. El español avanza confiado, la obediencia del indio es cosa simple, cumplirá con el pacto, porque los indios no tienen alma que deban preservar del pecado. Lo llama amigo y él le responde irũ sin mirarlo. La traición de Urutú no comenzó hoy, caminando delante del español, develando el secreto de la senda. Nació cuando deseó tener un nombre más fuerte que el silencio, abriendo una grieta que lo separó de los dioses.   Con el primer disparo de arcabuz, el cielo se llenó de alas que huí an de un estruendo ajeno a la tierra y el grito de una mujer fue el único sonido permitido por la selva. La primera en caer fue una niña que de a palitos le daba de comer al fuego, el disparo le llevó la cabeza. A Urutú le he...
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Los secretos de Sergio Maggio

  Hace años, en un día de verano ajeno al calendario, Sergio Maggio se arrojó desde los acantilados de Chapadmalal. La misma elite que lo adulaba, le dijo las palabras que lo empujaron a la muerte y disciplinaba ahora sus olvidos para escribir una memoria a su medida. Prohibidos y aberrantes, sus secretos debieron quedarse entre su sombra y su dios, pero revelados sin reparos y con insólita arrogancia, se volvieron incendiarios y motivo de unánime condena. El día de su suicidio no pasó nada memorable, la vida ocurría con la indulgencia y el hastío del verano, abundaban los pies descalzos, los perros echados a la sombra y las naranjas, y su cuerpo en los fondos sepulcrales de ese abismo, quedó en la roca como un Prometeo de cara al cielo comido por la rapiña hasta la hartura. Olvidado sin remedio por responsos y obituarios, de Maggio no se habla, ni se lo alude de soslayo ni por oblicua referencia, para que a fuerza de no hablado vaya perdiendo si los tiene los anhelos por la histor...

Chaltén

  De pronto el mundo se acomodó como si alguien le hubiese limado los bordes en secreto, y supe —con esa claridad que pocas veces concede la vida— que estaba siendo feliz, y que sería la última vez que esa conciencia iría a visitarme. Tú reías sin presentir la hondura de lo que se jugaba en mi silencio. Es que ese instante se me iba incontenible a través de mis grietas, inasible, dejándome vacío, con esa soledad perfecta que se siente en los andenes. Desde entonces vivo escondido. Me oculto de un mundo sin significado que me observa atento con sus ojos de mastín.   Ese instante perdido, fue solo una muestra de una vida que nunca tendré por no merecerla. Estoy entregado a una muerte interminable, como un Prometeo, comido por tu recuerdo, el de ese día de magia y de invierno helado, que resiste el tiempo en la severidad de mi memoria. La vida es ahora volver a ese momento sin poder volver.   

Apá

  El monasterio fue tallado en la cima de la montaña por manos que de tan antiguas la historia desconoce. Sus espacios son de alturas generosas cerradas por cúpulas donde se multiplica el sonido grave de la oración. Casi siempre estamos sobre las nubes, somos la majada de un rebaño de volutas peinadas por el sol. En la estación de las nieves nos guardamos hasta que pasa la inclemencia, y cuando las piedras hacen cantar el agua de los hielos blandos del estío, salimos a los patios y oramos gratitudes por el comienzo de la nueva estación.   No tengo nombre ni edad, nadie los tiene, pero a juzgar por el aspecto de algunos, estoy seguro que aun soy joven. Mis primeros pasos los ensayé aferrando mi mano a las telas que vestía mi maestro, al que llamé " Apá " apenas las palabras me fueran reveladas. El magisterio me fue dado con amorosa paciencia y con ese mismo esmero me cuidaron de las tentaciones de la carne. Me enseñaron que el silencio, exaltado como un deber sagrado, no...